Sobre el amor hay muchas líneas escritas. Desde poemas románticos a canciones de despecho pasando por novelas, guiones y también muchos artículos que prometen ayudarte a encontrar el santo grial de las relaciones románticas: durar para siempre. No soy escéptica, pero tampoco estoy a favor de hacer promesas de difícil cumplimiento como es un “para siempre”. En cambio me gusta más hablar de el compromiso, el esfuerzo y el trabajo diario por cuidar la relación, porque esa sí es una de las bases de una relación duradera.
Al igual que hay trucos para conseguirlo, como la proporción mágica 5:1, hay comportamientos que pueden arruinar nuestra relación sin que nos demos cuenta. Uno de los más significativos y el que más parejas destruye según las investigaciones de los psicólogos John & Julie Gottman es el desprecio. Que exista este gesto en una relación de pareja permite predecir el divorcio con un 94% de precisión.
El desprecio como predictor de la ruptura
Los expertos en relaciones de pareja lo incluyen como uno de los cuatro jinetes del apocalipsis amoroso en sus numerosos libros. Los jinetes del Apocalipsis son cuatro caballeros descritos en el Libro del Apocalipsis del Nuevo Testamento de la Biblia, que ponen fin a los tiempos trayendo conquista, guerra, hambre y muerte. Los Gottman usan esta metáfora para describir estilos de comunicación que debido a su negatividad, pueden terminar provocando el fin de la relación. Son los llamados jinetes del Apocalipsis de la comunicación, y el más peligroso de ellos según los expertos es el desprecio.
Ese desprecio que describen los Gottman es una forma de comunicarnos en la que tratamos a los demás con faltas de respeto que pueden ir desde insultos a menosprecios, burlas, uso del sarcasmo o gestos para ridiculizarlos e imitarlos. Hasta usamos el lenguaje corporal para poner los ojos en blanco o hacer muecas.
El desprecio no es una crítica, va mucho más allá. Es una forma de decirle a nuestra pareja “soy mejor que tú”, y que la víctima se sienta menospreciada, humillada e inútil. Es hablar por encima del hombro, humillar y usar un lenguaje a sabiendas de que a la otra persona le dolerá. Es tener cero responsabilidad afectiva y refugiarse en esa confianza que da el amor y que confundimos con poder hacer lo que queremos y decir lo que nos dé la gana a nuestra pareja. Cuando se comunica con desprecio, estamos transmitiendo a la otra persona que nos sentimos superiores a ella de una forma moral y ética y eso de amor, tiene poco.

Los expertos explican que el desprecio es tan destructivo y peligroso porque “se alimenta de pensamientos negativos que se han ido gestando desde hace tiempo sobre la pareja y surge en forma de un ataque a la autoestima de la otra persona”, lo que conduce a más conflictos o a una escala de lo que podría ser una discusión saludable y necesaria en cualquier relación de pareja. “Es prácticamente imposible resolver un problema cuando tu pareja recibe el mensaje de que estás disgustado con ella y de que eres condescendiente y actúas como si fueras su superior”. El desprecio destruye la salud psicológica, emocional y física de la pareja y nos aleja de una forma terrible.
Reconozco que lo he hecho, no con mi pareja actual, pero sí con la anterior, y también lo he recibido de él. Y aunque no fue lo que motivó la separación sino una infidelidad repetida y mantenida en el tiempo, es cierto que ese desprecio mutuo fue arañando y destruyendo la relación poco a poco y sin que nos diéramos cuenta hasta que no salimos de ella.
Cómo evitar el desprecio
Como explican los expertos, el desprecio surge de una posición de superioridad moral, así que crear una cultura de aprecio y respeto en la relación es un buen antídoto. No durante la discusión, sino fuera de ella. Por ejemplo, construir una cultura de agradecimiento en el que siempre haya cabida para agradecer y valorar las partes positivas de nuestra relación de pareja es una forma de que cuando discutamos no tengamos una perspectiva tan negativa de nuestra pareja. “Cuanto más positivo te sientas, menos probabilidades habrá de que sientas o expreses desprecio”, aseguran.
Es más fácil que la discusión no se vaya de madre cuando el resto del tiempo actuamos correctamente y cuando aprendemos, de forma individual y como pareja, a gestionar y manejar las emociones, y a expresar las necesidad y deseos desde el respeto y con asertividad.
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