Los turistas dicen que les recuerda a Río de Janeiro, con su imponente peñón vigilando el pueblo y los rascacielos colgando sobre el mar. Sin duda parece una mega urbe brasileña, pero en realidad se trata de Calpe en Alicante. Un pueblo que suma 12 kilómetros de preciosa costa mediterránea, entre grandes arenales dorados y calas escondidas. Todo ello bien aderezado con esencia pesquera y ambientazo veraniego.

Aunque todo parezcan edificios modernos, el casco antiguo de Calpe ha quedado atrapado en su pasado medieval. Ubicado en la zona alta del municipio, para entrar hay que cruzar el torreón de La Peça, un vestigio de la antigua muralla que es solo un adelanto de lo que se viene.

Dentro, sus calles empedradas te llevan hasta la Plaza de la Villa, la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, la Iglesia Antigua del siglo XV, el Ayuntamiento o los pasadizos del Arrabal, un barrio morisco que aún conserva su esencia. También podemos subir al cerro y descubrir la Ermita de San Salvador, porque en Calpe hay tesoros históricos para rato.

Otra visita histórica imprescindible de Calpe son los Baños de la Reina, un yacimiento arqueológico de 2000 años en el que se conservan una antigua villa romana y conjuntos termales, incluyendo unas piscinas talladas en la roca y una piscifactoría, donde hoy puedes bañarte y hacer snorkel. Al lado se alza la Torre Molí del Morello, una antigua fortaleza vigía que protegía a Calpe de los piratas y que convirtieron en molino en el siglo XIX.

Regresamos al nivel del mar, porque las bondades de Calpe continúan allí abajo. Su paseo marítimo es una gozada de dos kilómetros que discurre junto al mar, uniendo la playa del Arenal-Bol con el puerto pesquero. Esta zona es donde está el ambiente veraniego, que bulle en las terrazas, restaurantes, cafés y heladerías. No te pierdas el atardecer en el puerto, cuando los barcos regresan de faenar y los pescadores dejan una postal marinera inolvidable.

Las playas son la joya de la corona de Calpe y tiene para dar y regalar. Arenal-Bol, Cantal Roig y la playa de la Fossa son las más grandes y conocidas, enormes arenales con bandera azul y poco oleaje para un baño tranquilo. Hay opciones más tranquilas, como las calas del Penyal y Les Bassetes, recogidas e íntimas.

Si tú no eres muy de mar, siempre puedes subir los 332 metros de altura del Peñón de Ifach, el símbolo del pueblo convertido en parque natural protegido lleno de senderos y miradores. Hay que reservar, pero es gratis. Otra opción es ir a las salinas, un espacio natural lleno de flamencos que hay que visitar con responsabilidad, porque es muy delicado.

Calpe lo tiene todo: historia, ambientazo, playas y naturaleza.
Fotos | @calpeturismo, Comunitat Valenciana, Turismo de Calpe.
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