La nostalgia es una de las emociones más profundas que podemos sentir y todavía nos cuesta ubicarla en nuestro interior. No es alegría, tampoco es tristeza. Es una emoción a medio camino entre ambas, poética y agridulce, al recordar con cariño un instante feliz que ya ha pasado. Sin embargo, hay quienes podemos echar de menos el mismo presente que estamos viviendo.
A mí me ocurre cuando estoy con mi perro en la playa. El sonido de las olas, mi peludo revolcándose en la orilla, yo descalza mirándolo mientras froto mis pies con la arena cálida. Es un momento de plenitud absoluta, pero de repente, recuerdo que un día él no estará.

Entonces me ocurren dos cosas: soy consciente de que echaré de menos ese momento y lo atesoro aún más, para después sentir profundamente la pérdida inminente de ese momento puntual en que soy feliz, porque el tiempo no se detiene. Esto es nostalgia anticipada y nostalgia anticipadora.
La nostalgia es echar de menos el pasado. La nostalgia surge cuando revivimos momentos pasados que nos hicieron felices y sentimos melancolía al haberlos dejado en el pasado. Esta emoción no siempre es cómoda, pero nos ayuda a ser más agradecidos y mejora nuestro bienestar subjetivo.

La nostalgia anticipada es un superpoder. Esta emoción es similar a la nostalgia convencional, pero se refiere a algo que está sucediendo en este mismo momento y que sabemos que acabará pronto. Es un anticipo emocional, cuando nuestra mente es consciente de que vivimos un momento hermoso y sabemos que lo echaremos de menos.
Esta catarsis nos permite valorar más profundamente lo que tenemos, estar más presentes y saborear a fondo. Ejemplo: sé que extrañaré estar con mi hijo peludo en la playa en nuestro momento especial y eso me hace exprimir cada segundo y cada detalle para no olvidarme de nada.

La nostalgia anticipadora duele y mucho. La diferencia principal entre la nostalgia anticipada y anticipatoria es que esta última duele y mucho. En ella, proyectamos la sensación de pérdida antes de que sea real y lo hacemos de una forma tan potente que sentimos la tristeza de verdad.
El sufrimiento se experimenta antes de que el futuro se materialice, basándose en miedos infundados e imaginando situaciones que no tienen por qué ser reales. Esta nostalgia se asocia con la pena, la ansiedad y la imposibilidad de disfrutar el momento presente. El ejemplo: pienso que mi perro no estará y el dolor de ese momento futuro e hipotético me duele ahora.
Saber diferenciar entre ambas nostalgias es fundamental para poder disfrutar de los momentos felices. Si al leer esto has notado que tiendes hacia la nostalgia anticipadora y se te va mucho de las manos, los profesionales de la salud mental de pueden ayudar y dar herramientas para gestionarla, muy similares a las que se usan con la ansiedad.
Fotos | @pepatatas.
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